UN ESPACIO PARA REFLEXIONAR EN TORNO AL PATRIMONIO VIVO, AL FACTOR HUMANO QUE
ESTA DETRÁS DEL PATRIMONIO....


martes, 18 de mayo de 2010

HACIA UNA SOCIOLOGÍA DEL PAISAJE PATRIMONIAL


Pequeños mundos de Valparaíso, abandonados, sin razón y sin tiempo, como cajones que alguna vez quedaron en el fondo de una bodega y que nadie más reclamó, y no se sabe de dónde vinieron, ni se saldrán jamás de sus límites. Tal vez en estos dominios secretos, en estas almas de Valparaíso, quedaron guardadas para siempre la perdida soberanía de una ola, la tormenta, la sal, el mar que zumba y parpadea. El mar de cada uno, amenazante y encerrado: un sonido incomunicable, un movimiento solitario que pasó a ser harina y espuma de los sueños (Neruda).



Bajo la premisa de la centralidad que debe asumir el habitante en los procesos de construcción social de Patrimonio, surge la necesidad de profundizar la reflexión en relación a la forma en que el entorno natural se reconoce como un elemento fundamental en el proceso de configuración de la identidad del habitante, situación que queda de manifiesto, por ejemplo, en el caso de la ciudad de Valparaíso. La centralidad que asumen la suma de los entornos urbanos y naturales, que lo reconocemos como paisaje, un paisaje que es central a la hora de construir su identidad como “porteño”, y por tanto se hace necesario reflexionar en torno al “paisaje”.

El paisaje es uno de los elementos de nuestra cotidianeidad que nos entrega las coordenadas temporales y espaciales en las que se desarrollan los procesos de construcción social de la realidad de los “habitantes”. Esto se sustenta en una conceptualización del “paisaje” que nos lo presenta como una realidad unitaria y llena de sentido en sí misma (Simmel, 2001), dejando de lado la comprensión del mismo como un solo fragmento de la “naturaleza”, o dejando de lado las visiones reduccionistas que sólo se preocupan de los elementos que componen este “paisaje”.

Partiendo de estas premisas lo que denominamos “paisaje” es un elemento que se construye y adquiere sentido solo desde la subjetividad del individuo en el marco de los intercambios que llevan a cabo con sus pares en su vida cotidiana. Es por esta razón, que podemos plantear que el “paisaje” es una construcción social o colectiva, pero que presenta una serie de matices a nivel de los individuos que conforman las distintas comunidades. Además, hay que tener el carácter dinámico que es propio de la relación entre el espacio y el tiempo en que se desarrollan los procesos de construcción social del “paisaje”. Por ejemplo, el paisaje que los habitantes de una ciudad puerto es algo que ha sido valorado por varias generaciones de habitantes, pero por un lado las diferencias subjetivas de los mismos llevan a valorar de manera diversa ciertos aspectos de la misma pero sin perder su carácter unitario; por otro lado es claro que a pesar que el paisaje tiene un sentido similar al dado por sus antepasados y que ha sido transmitido a la generaciones posteriores, no es el mismo que observaron sus antepasados. Como vemos el “paisaje” se construye y reconstruye constantemente, pero que mantiene, en algunos casos, cierta base de sentido que se va socializando de generación en generación.

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