UN ESPACIO PARA REFLEXIONAR EN TORNO AL PATRIMONIO VIVO, AL FACTOR HUMANO QUE
ESTA DETRÁS DEL PATRIMONIO....


jueves, 20 de mayo de 2010

LA SOCIEDAD CIVIL COMO ACTOR PATRIMONIAL


La aparición de la sociedad civil como actor patrimonial es esencial para poder contextualizar la gestión del Patrimonio Cultural en la actualidad, aparece como un factor a tener en cuenta a la hora de enfrentarse a la realidad patrimonial, ya que entrega una nueva perspectiva de esta realidad, la que sumada a las visiones de los actores Estado y Sector Privado centrada en los aspectos tangibles del Patrimonio Cultural, nos conduce a una comprensión más amplia de lo patrimonial.
Es particularmente interesante este punto, en la medida que nos permite profundizar en los nuevos usos, prácticas y significaciones que la sociedad civil desarrolla en torno a los bienes patrimoniales, y los conflictos que estos nuevos usos, prácticas y significaciones generan con las autoridades y con los actores privados. Especialmente porque la sociedad civil se presenta como un activador patrimonial, por medio de la generación de estrategias de asociatividad en relación con los espacios públicos que son objeto de su valoración.
Valoración de estos espacios públicos patrimoniales genera consecuencias frente a las cuales se hace necesario estar atentos, especialmente los procesos de “gentrificación”, y las transformaciones que produce en el espacio físico, pero más importante aún las repercusiones que afectan al entramado de relaciones sociales que subyacen a estos espacios públicos.
Se desprenden sensaciones de riesgo frente a los cambios por parte de los habitantes de estos lugares, y es natural que así sea, ya que al ser trastocada su cotidianeidad y ante la incapacidad de hacer frente al aumento del costo de vida que conlleva la revalorización de estos lugares patrimoniales, los pone de frente con la posibilidad de tener que abandonar ese espacio en el que por varias generaciones habían desarrollado su vida cotidiana.
En síntesis, es importante rescatar la dimensión simbólica o intangible que se desprende del patrimonio y que es entregada por la sociedad civil, y que nos permite entre otras cosas hablar de “patrimonio vivo”. En la búsqueda de una mirada del patrimonio que integre tanto sus aspectos materiales como inmateriales.
Lo patrimonial toma sentido en la interacción entre los distintos actores que participan de ella, la valorizan y le dan vida.

martes, 18 de mayo de 2010

HACIA UNA SOCIOLOGÍA DEL PAISAJE PATRIMONIAL


Pequeños mundos de Valparaíso, abandonados, sin razón y sin tiempo, como cajones que alguna vez quedaron en el fondo de una bodega y que nadie más reclamó, y no se sabe de dónde vinieron, ni se saldrán jamás de sus límites. Tal vez en estos dominios secretos, en estas almas de Valparaíso, quedaron guardadas para siempre la perdida soberanía de una ola, la tormenta, la sal, el mar que zumba y parpadea. El mar de cada uno, amenazante y encerrado: un sonido incomunicable, un movimiento solitario que pasó a ser harina y espuma de los sueños (Neruda).



Bajo la premisa de la centralidad que debe asumir el habitante en los procesos de construcción social de Patrimonio, surge la necesidad de profundizar la reflexión en relación a la forma en que el entorno natural se reconoce como un elemento fundamental en el proceso de configuración de la identidad del habitante, situación que queda de manifiesto, por ejemplo, en el caso de la ciudad de Valparaíso. La centralidad que asumen la suma de los entornos urbanos y naturales, que lo reconocemos como paisaje, un paisaje que es central a la hora de construir su identidad como “porteño”, y por tanto se hace necesario reflexionar en torno al “paisaje”.

El paisaje es uno de los elementos de nuestra cotidianeidad que nos entrega las coordenadas temporales y espaciales en las que se desarrollan los procesos de construcción social de la realidad de los “habitantes”. Esto se sustenta en una conceptualización del “paisaje” que nos lo presenta como una realidad unitaria y llena de sentido en sí misma (Simmel, 2001), dejando de lado la comprensión del mismo como un solo fragmento de la “naturaleza”, o dejando de lado las visiones reduccionistas que sólo se preocupan de los elementos que componen este “paisaje”.

Partiendo de estas premisas lo que denominamos “paisaje” es un elemento que se construye y adquiere sentido solo desde la subjetividad del individuo en el marco de los intercambios que llevan a cabo con sus pares en su vida cotidiana. Es por esta razón, que podemos plantear que el “paisaje” es una construcción social o colectiva, pero que presenta una serie de matices a nivel de los individuos que conforman las distintas comunidades. Además, hay que tener el carácter dinámico que es propio de la relación entre el espacio y el tiempo en que se desarrollan los procesos de construcción social del “paisaje”. Por ejemplo, el paisaje que los habitantes de una ciudad puerto es algo que ha sido valorado por varias generaciones de habitantes, pero por un lado las diferencias subjetivas de los mismos llevan a valorar de manera diversa ciertos aspectos de la misma pero sin perder su carácter unitario; por otro lado es claro que a pesar que el paisaje tiene un sentido similar al dado por sus antepasados y que ha sido transmitido a la generaciones posteriores, no es el mismo que observaron sus antepasados. Como vemos el “paisaje” se construye y reconstruye constantemente, pero que mantiene, en algunos casos, cierta base de sentido que se va socializando de generación en generación.

jueves, 13 de mayo de 2010

AL RESCATE DEL HABITANTE COMO PARTE ESENCIAL DEL PATRIMONIO…


“¡Escaleras!

Ninguna ciudad las derramó, las deshojó en su historia, en su rostro, las aventó y las reunió, como Valparaíso. Ningún rostro de ciudad tuvo estos surcos por los que van y vienen las vidas, como si estuvieran siempre subiendo al cielo, como si siempre estuvieran bajando a la creación” (Neruda).



Uno de los desafíos que nos presenta el estudio del Patrimonio Cultural es el reconocimiento de la memoria social de los “habitantes” de estos espacios patrimoniales, los cuales nos abren no sólo una ventana para mirar el pasado, sino que además nos permiten una mejor comprensión de las dinámicas sociales actuales en que se desarrolla los espacios patrimoniales reconocidos y valorados por las organizaciones locales e internacionales, que se sustentan principalmente en el reconocimiento de sus atributos tangibles.

Lo importante es que los estudios patrimoniales potencien una mirada, y una gestión basadas en un enfoque que integre los distintos actores, sus visiones y su forma de actuar en estos espacios patrimoniales que “habitan”. Un aporte en este sentido, y que me parece esencial, es el asumir un enfoque ecosistémico como el que se presenta en el libro “El Patrimonio Cultural: como factor de desarrollo en Chile”, especialmente a lo que nos plantea en sus conclusiones diciéndonos que “desde el punto de vista de lo social, el enfoque ecosistémico aboga por la apropiación social del Patrimonio…” (Andueza, 2009), y lo denominan como “Habitar el Patrimonio”.

Se hace necesario, por esta razón, reconocer al “habitante” del Patrimonio como parte esencial en el análisis de los procesos de patrimonialización de los bienes culturales, especialmente los que se relacionan con la apropiación social de los espacios patrimoniales por parte del habitante, ya que la monumentalidad no es factor suficiente a la hora de determinar la valía de bien cultural como patrimonial, sino que se hace necesario dar cuenta de las acciones sociales, políticas y económicas que las personas llevan a cabo en estos espacios, para poder reconocer en plenitud el sentido del reconocimiento y valoración de un bien cultural como patrimonial.

Como vemos, se hace necesario profundizar los aspectos identitarios desde la perspectiva del “habitante”, es decir, direccionar y potenciar la investigación desde los actores patrimoniales como eje para la comprensión del Patrimonio Cultural. De lo anterior, se desprende la necesidad de reconocer el Patrimonio como “Vivo”, lo que no significa ir en desmedro de los aspectos monumentales o tangibles del patrimonio, por el contrario, significa abogar por una necesaria complementariedad entre ambas formas de entender y abordar el Patrimonio Cultural.

Una posible línea de investigación que se podría seguir en este sentido, dice relación con la exploración del desarrollo de la religiosidad en las ciudades patrimoniales latinoamericanas. Un ejemplo de una posible aplicación de esta línea investigativa, la encontramos al observar el caso de Valparaíso donde es notoria la importancia del componente religioso a lo largo de su historia, basta con observar la gran cantidad de Iglesia y Templos, sino la diversidad de credos religiosos a las cuales representan. La temática religiosa se presenta de cómo un campo estratégico y esencial a ser explorado, ya que nos entrega pistas para comprender como se desarrollo la trama urbana a sus alrededores, sino poder dar cuenta de la forma en que se relacionaron y relacionan los “habitantes” con estos Templo e Iglesias, lo que nos entregaría insumos importantes en el proceso de exploración de la identidad patrimonial no solo de la ciudad de Valparaíso, sino en otras ciudades patrimoniales donde es posible observar características similares.